La transcripción de este folio ha sido corregida
16
Sólo mi madre bendita,
que es la única que me adora,
sólo ella, la pobrecita
calma el mal que me devora.
Me sigue, me da consejos
y mis lágrimas detiene,
sus ojos son dos espejos
en cuanto el llanto le viene.
Ella le presta el placer
a mi alma ya atormentada,
y juro y podéis creer
que luego de ella no hay nada.
Con su aliento santo y puro
besa a su hijo idolatrado,
y eso me sirve de escudo
porque es amor no explotado.
Y aunque el dolor me taladre
el corazón de los dos,
juro después de Dios
no hay amor como el de madre.