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¿DÓNDE ESTÁ DIOS?
Buscándote, Señor, la selva umbrosa
y los espesos bosques recorrí,
entre las flores te llamé afanosa
y no estabas allí.
El mar, me dije… y al cristal movible,
cuna y tumba del sol temblando vi
te busqué con ardor indefinible
y no estabas allí.
Quise seguir tus esplendentes huellas
del infinito espacio en el zafir,
contemplé de una en una las estrellas
y no estabas allí.
Vino entonces mi madre con ternura
sus negros ojos anhelante vi,
al fondo penetré de su alma pura
¡y allí estabas, allí!
EL HUÉRFANO.
Huérfano, sólo y sin amor, el cielo
me guía a impulso de tenaz destino,
corriendo siempre en incesante anhelo
olvidado y oscuro peregrino.