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JUAN SOLDADO
4[7] COLECCIÓN DE CANCIONES
MODERNAS PARA 1902
PUBLICADA
por
A. VANEGAS ARROYO - MÉXICO.
POSADA.
LA VIDA DE JUAN SOLDADO.
47ª COLECCIÓN
DE
CANCIONES MODERNAS
PARA 1902.
PUBLICADAS
POR ANTONIO VANEGAS ARROYO.
CONTIENE:
La Vida de Juan Soldado
Versos de Pájaro Cú.— Los
mandamientos.— Parodia.– Fatalidad.—
Celos.— Fantástica Virgen (danza).—
Decepción.– La Gaviota
(Danza).— Dúo de la africana
¿Dónde está Dios?— El
Huérfano.— A ella.
(danza)
MÉXICO.
IMPRENTA, CALLE DE SANTA TERESA NÚM. 1.
AL PÚBLICO.
INCESANTE en el empeño de ofrecer a mis amables consumidores todo aquello que más les agrada y que más de moda está, no miro gasto ni sacrificio ninguno para procurar complacerlos, pues la benevolencia con que reciben siempre mis pequeñas ediciones, me obliga a ello.
EL EDITOR.
LA VIDA DE JUAN SOLDADO.
Señores, pongan cuidado
lo que les voy a cantar:
la vida de Juan Soldado
que hoy empieza a navegar;
que antes valía una peseta,
y ahora vale un decimal.
Calandria de mi vida
soy soldado y federal;
Calandria de mi vida,
soy soldado militar.
Al recordar que la noche
se oscurece, yo andaría
en los campos con valor
y nada me asustaría,
ni la fatal metralla del cañón,
del cañón, del cañón aterrador.
Como soldado militar, llegamos
a un corral donde había muchas gallinas.
Maté a una y la comencé a pelar
y me dice una señorita:
—¡Eh! Soldado melitar:
¿Qué andas haciendo con mis gallinas?
—Ah, señorita, el soldado melitar,
quiere gallinita que cenar:
Calandria, calandria,
Calandria de mi vida,
soy solado melitar.
—En fin, como soldado melitar, no te
resuelves a llevarme a la guerra?
—No, porque yo para entrar a la guerra
no necesito
salvavidas para nadar:
Calandria, Calandria,
Calandré de mi vida
soy soldado melitar.
—En fin, soldado militar, ya que no me
llevas a la guerra, ¿qué más se te ofrece?
—Ah, señorita, si vd. me hace el favor
de una gallinita con su pimienta y su sal,
y de una muchachita rechupetoncita,
que a usted, señorita,
ya la llevo en mi morral.
Calandrié, Calandriá,
Calandré de mi vida,
soy soldado melitar.
—En fin, soldado militar, si no te resuelves
a llevarme ¿qué más se te ofrece?
—Ah, señorita si usted me hace favor
de una cama en que dormir,
un traguito de aguardiente
y un lugar para el fusil.
Calandria, calandria,
Calandré de mi vida,
soy soldado melitar:
al estar de centinela
llaman tras, tras.
—¡Alto ay! ¿Quién vive?
—La vieja y su hija.
—Alto a la vieja,
y avance la hija:
cabo cuarto, mi cobija.
VERSOS DEL PÁJARO CÚ.
Un pájaro con tristeza
llora su suerte infeliz:
andaba de rama en rama,
querida mía, deseando ser feliz.
Un pájaro con tristeza
oirías desde una laguna;
cada uno le dio una pluma,
le hicieron un gran favor.
Luego que se vio vestido
para España se marchó,
buscaron al tecolote
por la palabra que dio.
Un águila en un juzgado
dijo una cosa legal:
dónde ha de ir quien no lo acuse
el día del juicio final.
Ya con esta me despido
por las hojas del Pirú,
y aquí se acaban cantando
los versos del Pájaro del Pirú.
LOS MANDAMIENTOS!
Escucha, preciosa niña,
mis suspiros y lamentos,
que yo por ti he quebrantado
todos los diez Mandamientos.
El primero es la misa.
no la oigo con devoción,
porque tengo puesto en ti,
alma, vida y corazón.
El segundo es no jurar,
dos mil veces he jurado
el nombre de Dios en vano,
por estar siempre a tu lado.
El tercero es de gozar
las delicias de la vida,
y nunca te he de olvidar,
amable prenda querida.
El cuarto que yo a mis padres
la obediencia les perdí
en público y en ausencia,
sólo por quererte a ti.
El quinto no matarás
con pistola ni puñal;
chaparrita, has de pensar
en no pagarme tan mal.
El sexto no has de dejar
de querer a las trigueñas;
amar, amar, no olvidar,
con dinero, no con señas.
El séptimo no hurtarás
amores que tengan dueño,
porque así has de quebrantar
el séptimo mandamiento.
El octavo está prohibido,
morenita de mi vida,
que con tu mirar divino
me pongas en el olvido.
El noveno has de desear
tres, cuatro, cinco y seis;
pero sí, debes de ver
la ausencia de una mujer.
El décimo no codiciar
nunca las cosas ajenas,
porque te han de aumentar
tus amarguras y penas.
Aquí estos diez mandamientos
sólo se encierran en dos,
que es quererte y amarte
con el permiso de Dios.
PARODIA.
En noche acuática
galán copólogo
las calles náuticas
atravesó.
Y al pie de escuálido,
portón viejísimo,
tocó frenético
y así gritó:
Portera lánguida,
de efigie bárbara
que en sucias sábanas
durmiendo estás.
Despierta y óyeme
y en mis filípicas
truenos diabólicos
escucharás.
Y la viejísima
con voz satánica,
desde sus ámbitos
le contestó:
es usted un zángano,
cesante clásico,
si no da un décimo
no le abro yo.
Y el pobre báquico
lleno de cólera,
con piernas débiles
a andar se echó.
Y al verse huérfano,
suspiro erótico
desde su estómago
se desprendió.
FATALIDAD
Triste es morir en orfandad penosa,
transida el alma y muerto el corazón,
sin que la madre o la querida esposa,
riegue con llanto el fúnebre crespón.
Triste, muy triste es el dejar el mundo
tender la vista en derredor de sí,
y balbucir con labio moribundo:
ya no hay quien tenga compasión de mí.
CELOS.
Tengo celos de amor en el alma
que te ofrece su sombra de estío,
de las perlas que forma el rocío,
de la flor que a tu seno adornó.
De la luna que ves en el cielo,
tengo celos;
de las aves que cruzan la tierra,
tengo celos;
cuando el mundo magnífico encierra,
todo aumenta de mi alma el terror.
FANTÁSTICA VIRGEN.
(DANZA.)
Fantástica virgen,
joven ideal,
más linda que el cielo,
es linda tu faz.
Yo sueño contigo
de amor un edén.
que endulza mis labios
de alma la hiel.
Dios quiso sin duda
llevarnos hasta él,
unidos en uno
tu ser y mi ser.
Yo te hago dichosa
tú me haces feliz;
por eso juntitos
debemos morir.
¿Por qué al conocernos
temblaste y temblé?
¿Por qué sin hablarnos
me amaste y te amé?
¿Por qué nuestros ojos
cruzaron su luz?
¿Por qué nuestras almas
se hablaron de tú?
Dios quiere sin duda
llevarnos hasta él,
unidos en uno
tu ser y mi ser.
DECEPCIÓN.
Quise amar y busqué por el mundo
quien mi amor colosal comprendiera,
y tan sólo encontré quien supera
con las fibras de mi alma jugar.
Busqué fuego de amor, sensaciones,
y tan sólo encontró el pecho mío,
corazones de mármol tan frío
que a mi pecho vinieron a helar.
LA GAVIOTA.
(DANZA)
Sobre las ondas de blanca espuma
hay una barca, vamos allá.
Allí perdidos entre la bruma
mi labio amores te jurará.
Vamos, no temas, no gime el viento,
vamos, no temas, no hay tempestad,
quiero decirte lo que yo siento,
del mar cruzando la inmensidad.
Verás las olas de las gaviotas
que presurosas cruzan el mar,
y oirás de alma las tristes notas
y de los remos el traquetear.
Verás entonces como palpitan
nuestras dos almas llenas de amor,
verás las olas cómo se agitan
y nos arrullan con su canción.
DÚO DE LA AFRICANA.
No cantes más a la Africana
vente conmigo a Aragón,
y allí la jota, que es gloria,
nos cantaremos los dos.
Vente conmigo, y no sientas
estos lugares dejar,
que la que es prima donna,
reina en mi casa será.
Pues que te quiero y me quieres,
vente y no dudes ya más;
vente, por Dios, vida mía,
que alguna vez volverás:
¡Calla, por Dios, que me matas!
ten ya de mí compasión,
vente por fin a mi lado,
o serás mi perdición.
Vente tranquila y no sientas
estos lugares dejar,
y si me olvidas, tal vez
muera de tanto pesar.
¿DÓNDE ESTÁ DIOS?
Buscándote, Señor, la selva umbrosa
y los espesos bosques recorrí,
entre las flores te llamé afanosa
y no estabas allí.
El mar, me dije… y al cristal movible,
cuna y tumba del sol temblando vi
te busqué con ardor indefinible
y no estabas allí.
Quise seguir tus esplendentes huellas
del infinito espacio en el zafir,
contemplé de una en una las estrellas
y no estabas allí.
Vino entonces mi madre con ternura
sus negros ojos anhelante vi,
al fondo penetré de su alma pura
¡y allí estabas, allí!
EL HUÉRFANO.
Huérfano, sólo y sin amor, el cielo
me guía a impulso de tenaz destino,
corriendo siempre en incesante anhelo
olvidado y oscuro peregrino.
No hay para mí ni patria ni jardines,
he perdido el amor de mis amores,
y en cambio de placeres y festines
tengo espinas, tormentos y dolores.
No hay para mí la paz tranquila y pura
que ya pasó con los primero años,
no hay para mí ya más que la amargura
que traen al corazón los desengaños.
Sólo tiene mi labio irreverente
horrible maldición con que blasfemo,
hasta que apague en cenagosa fuente
el fuego del dolor con que me quemo.
A ELLA.
(DANZA).
Quise amarla y por caudal,
le ofrecí mi corazón,
sin comprender por mi mal
que era poca proporción.
Sin comprender que no hay una
que cambie amor por amor,
puede que se encuentre alguna
en otro mundo mejor.
Sólo mi madre bendita,
que es la única que me adora,
sólo ella, la pobrecita
calma el mal que me devora.
Me sigue, me da consejos
y mis lágrimas detiene,
sus ojos son dos espejos
en cuanto el llanto le viene.
Ella le presta el placer
a mi alma ya atormentada,
y juro y podéis creer
que luego de ella no hay nada.
Con su aliento santo y puro
besa a su hijo idolatrado,
y eso me sirve de escudo
porque es amor no explotado.
Y aunque el dolor me taladre
el corazón de los dos,
juro después de Dios
no hay amor como el de madre.
DE
Antonio Vanegas Arroyo
Calle Avenida de la Penitenciaría
Núm. 310.- México.
En esta antigua casa se halla
un variado y selecto surtido
DE CANCIONES PARA EL PRESENTE AÑO.
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