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Yo no siento no más el morirme,
otra cosa siento yo más:
lo que siento es dejar mis queridas;
que otros hombres las lleguen a amar.

¡Ay!, muerte, no vengas ahora,
porque estoy enfandangado,
vuelve la semana que entra
que estaré desocupado.


EL FUEGO DEL AMOR.

Te vi una vez, con todo el fuego
de un amor que encendió mi fantasía
te vi otra vez, y luego yo creía
volver tus gracias a mirar doquier.

Pero otra vez ante tus ojos ¡ay!
tu angélico mirar fijaste ardiente;
mi pobre corazón leyó en tu frente,
un recuerdo de dolor y padecer.

¿Por qué me esquivas tu mirar divino?
torna sumisa y en apacible calma,
y si comprendes lo que vale mi alma,
¿por qué no vuelves tu mirar a mí?

Deja esa vida mística y bendita,
hay un ser en el mundo que te llama,
y un corazón ardiente que te ama
con fuego, con ardor, con frenesí.