Diferencia entre revisiones de «Testamentaría de Antonio Vanegas Arroyo»

<div style="text-align:justify"><big>Tras la muerte de Antonio Vanegas Arroyo el 14 de marzo de 1917, su hijo Blas, quien para entonces contaba con 37 años y quien había ya colaborado en el negocio con su padre, quedó a cargo de continuar el legado familiar. A partir de entonces, los impresos se publicarían bajo el sello de la Testamentaría de Vanegas Arroyo. Pronto, los hijos de Blas, especialmente Arsacio, se involucraron también en el negocio, dedicándose a imprimir casi exclusivamente long sellers religiosos (como la novena para las posadas decembrinas), hasta ya bien entrada la década de los años cincuenta.<br />

{{Tab}}La producción de la Testamentaría de Vanegas Arroyo consistió, pues, en su mayoría en la reimpresión de los productos de éxito probado por la imprenta, como los ya mencionados impresos religiosos, los cancioneros y obras teatrales. Sin embargo, también se publicaron contenidos adaptados a la actualidad, como canciones y corridos sobre los personajes políticos de aquel momento y calaveras burlescas sobre el mismo asunto. Asimismo, seguramente en respuesta a la emergente competencia de otras imprentas capitalinas (como la de Eduardo Guerrero), los sucesores de Vanegas Arroyo ofrecieron series compilatorias “nuevas” de viejas canciones, en hojas volantes bajo títulos como “Edición especial de canciones, corridos, coplas, versos y poesías célebres”. Destaca también la colección seriada de cuadernillos titulada El Folklore Nacional, ilustrada en su portada con el rostro del propio editor y que es expresión de los imprecisos intentos de la familia Vanegas Arroyo, impulsados también por otros intelectuales y artistas del nacionalismo cultural posrevolucionario, por situar al editor como un “folklorista”, es decir, como un compilador de la cultura popular.<br />

{{Tab}}Pese a todo, la casa editorial Vanegas Arroyo no pudo nunca retomar el auge, éxito y enorme nivel de producción que tuvo mientras fue dirigida por su fundador, lo cual tuvo que ver no sólo con las dinámicas internas del negocio familiar, sino también con los cambios en las formas de producción y consumo de la cultura popular conforme avanzaba el siglo XX, en lo cual tuvo un papel importante la radio. Los impresos no desaparecieron, pero tuvieron que adaptarse a las nuevas tecnologías, asunto en el que otras imprentas, como la de Eduardo Guerrero, parecen haber tenido un éxito mayor que la propia casa Vanegas Arroyo.</big></div>

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=== <small>Bibliografía</small> ===