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EL PARRANDERO
N° 15
de la NUEVA COLECCIÓN DE
CANCIONES MODERNAS PARA
1903
PUBLICADA
POR
ANTONIO VANEGAS ARROYO.
MÉXICO.
EL PARRANDERO.
NUEVA COLECCIÓN
DE
CANCIONES MODERNAS
PARA 1903.
PUBLICADAS
Por Antonio Vanegas Arroyo.
Cuaderno Núm. 15
CONTIENE:
El Parrandero.– Entre suspiros.– A Elisa.
Capotear a lo Lindo.– Amorosa.—
Cantos de Tierra Fría.— Carmelita.— Acuérdate de mí.
Pichoncilla.— Las Bicicletas (Tango.)— ¡Ay, Cholita
(Corrido.)— Rosita.
Mujer ingrata ¡Te Adoro!
MÉXICO.
Imprenta, Calle de Santa Teresa núm. 1.
A TODAS LAS SEÑORITAS.
Me complazco en otra vez más en dedicaros la presente colección de canciones, la cual está formada cuidadosamente de lo mejor y más moderno que se conoce en la actualidad, respecto al arte lírico.
Si como espero, es de vuestro delicado gusto, quedará profundamente satisfecho
En parrandas solamente
de noche me divertí;
desde las seis de la tarde
ya no sabía nada de mí.
Mi botella de Tequila
y otras más de buen pulcón,
pambacitos bien compuestos
y un fachoso guitarrón.
Éste era, sí, mi armamento,
y a parrandearla manís;
a gozar con todo el mundo,
y con todos a reír.
Pero una noche ¡oh desgracia!
me tocó la de perder,
y el germán desde su punto
me divisó sin querer.
Y “ándele amigo, camine”
revoltoso borrachón,
me gritó con voz rajada
el intruso velador.
Y yo como me le opuse,
hartos palos me metió,
y a Tlapisquera derecho
a empujones me llevó.
Y al día siguiente ¡carrizo!
todo crudo y sin dormir,
mi buena escoba me dieron
y a barrer sin más decir.
Y estuve de buenas, mano,
que no llegué hasta Belén,
y con esto ya escarmiento
por siempre jamás, amén.
ENTRE SUSPIROS
Una bella noche
del gracioso Abril,
entre mil suspiros
me dijiste: “sí”.
Y yo emocionado
corté del jardín
la flor más hermosa
sólo para ti.
Te pusiste roja
de gentil candor;
tus ojos bajaste
llena de emoción.
Te juré adorarte
con ferviente amor…
y ofreciste darme
todo el corazón.
Luego suspirando
con tu dulce voz,
me dijiste quedo
si te amaba yo.
Te tomé una mano
y de dicha en pos.
La llevé a mi pecho
y mi alma a ti voló.
El cielo entoldado
las nubes abrió,
y asomó la luna
llena de esplendor.
Tu rostro divino
con su luz bañó…
y yo te di un beso
de eternal amor.
A ELISA.
Elisa, yo te amo.
Porque eres linda y hermosa
como la fresca rosa
que se halla distinguida en el jardín.
Ven, ángel mío,
no tardes tanto,
mira que llanto
vierto por ti.
Ven a mis brazos
no los desperdicies;
mira que sufro
nomás por ti.
¡Ay! Elisa mía,
escucha el eco de mi canción,
porque te amo, y te idolatro sin
comparación; ¡sí! ¡sí!
Que si tú me amas, yo te adoro
si tú me adoras, yo te idolatro,
y mucho estima tu retrato
tu amante trovador.
Por eso me mandas
con esa mirada que me das a mí
jajá jajá já…
por eso consagro
toda el alma para ti.
CAPOTEAR A LO LINDO.
(SON DE TIERRA CALIENTE)
Estaban en un cercado
Tomasita con D. Juan.
Cuando se acercó un ranchero
que era rival del galán;
y ella le dijo a su marido:
Capotéesela, Don Juan;
allí viene mi marido
que no lo cambio por pan.
Se juyeron cierta noche
Mariquita y Don Darío,
pero a poquitos pasos
se les descubrió el lío.
Una zumba de balazos,
les cayó como rocío,
y él le dijo de estampida:
Capotéesela a tu tío.
Traigo mi machete gancho
porque los vengo a tantear,
es bailar mi jarabito
y beber mucho mezcal.
Vengo a ver a mi chaparrita
que le quiero platicar
y decirle muchas cosas
que todos han de ignorar.
Ya la luna va saliendo
muy hermosa y esplendente;
nada más salió mi alma
para besarle la frente,
¡Qué bonitos son tus ojos,
bonito el “Tierra caliente”
y qué bonitos los hombres
que platican a la gente.
Cuando bajes a traer agua
debajo de los manglares,
ya sabes que allí te espero
llorando con mis pesares,
sin más testigos que el cielo
y los claros manantiales
yo te contaré mi amor…
y mis penas y mis males.
AMOROSA.
Oye, amorosa
de mi cariño,
de mi ternura,
bella criatura
dulce expresión;
¿No ves que muero
porque te quiero
porque te adoro
con ciego amor?
Yo quiero escuchar
de tus labios hermosos
que digan que sí:
que tus lindos ojos
me vean amorosos
se fijen graciosos
solito en mí.
Quiero que palpiten
al par nuestras almas,
que sean impulsadas
por un santo amor,
quiero darte mi alma
quiero vivir solo
en tu corazón.
Cantos de Tierra Fría.
En una hermosa mañana
te conocí linda mía,
con tus mejillas de grana,
tus ojos con alegría.
Tú has de ser mi soberana
aunque se enoje tu tía.
Apenas amaneció
y cantaron los gorriones
cuando tu rostro asomó
buscándome entre los peones,
así tu alma me evitó
¡ay, de muchos descolones!
Ya la lumbre se apagó
y el tizón se quedó ardiendo;
[alce] la cara bribón,
que a ud. se lo estoy diciendo;
nomás no espere, patrón…
que se lo esté repitiendo.
Florecita de guayaba
que encantas mi corazón,
Florecita de naranjo
que me das tan buen olor,
la verdad las dos me gustan,
se los diré con pasión,
como me gusta Mariana
y me gusta Concepción.
Pero les juro que pronto
yo les daré mi amor,
a la que de veras me ame
con todo su corazón.
Al pasar por el corral
te vi charlar con otro hombre
dime quién es ese tal…
para hacerme de renombre,
a ver si me hace cabal,
aunque Satanás se asombre.
Yo te creía mujercita
pero eres una coqueta:
basta que seas chaparrita
y que sepas tanta treta,
yo te hallaré solitita
cuando traiga mi chaveta.
CARMELITA.
(SERENATILLA)
Levántate Carmen;
y escucha en tu reja
de mi guitarra
la vibración…
Levántate Carmen
y sal a tu reja,
que tú eres el ángel
que tú eres el ángel
de mi adoración!
Atiende, mi Carmen,
atiende a mi ruego,
no apagues el fuego
de mi corazón.
Levántate, niña
y acude a mi cita,
que tú eres el ángel
mi fiel Carmelita
de mi adoración.
ACUÉRDATE DE MÍ.
Al despertar la aurora
allí en el Oriente,
su luz encantadora
vaya a besar tu frente,
tus ojos de azabache
y labios de rubí,
entonces, tierna niña,
¡acuérdate de mí!
Cuando al medio día
el sol esplendoroso
nos mande su luz pura,
llenándonos de gozo
y brille soberano,
allá en el Zenit,
entonces, jovencita,
¡acuérdate de mí!
¡Cuando en la bella tarde
tan llena de dulzura
en medio a la espesura
de nacarinas flores
que besa el colibrí,
entonces, ángel mío,
acuérdate de mí!
Cuando en la tibia noche
brillando esté la luna,
y cante el huitlacoche
a sus hijos en la cuna,
y esté tu casto pecho
ardiendo en frenesí,
entonces, Zutanita
acuérdate de mi!
PICHONCILLA.
Pichoncita
hechicera,
zalamera
sin igual;
que en tu pico
de granado
tienes boca
celestial.
Ven corriendo
no te olvido
que en mi nido
está tu amor;
y te espero
para darte
una parte
de mi amor.
Ven volando,
Pichoncita,
¿quién te quita
mi pasión?
Quiero darte
un besito
en tu piquito,
corazón!
LAS BICICLETAS.
(TANGO)
Yo tengo una bicicleta
que me costó cien pesetas,
y que corre más que en un tren.
Por las tardes yo me monto
y voy por la Calle Ancha
luciendo este cuerpecito,
encanto de las muchachas.
Voy yo siempre a la Alameda,
Y hasta el Tívoli también
y pego cada carrera
que tengo el cuerpo
como yo sé.
Las bicicletas
son muy bonitas
y las montan al pelo
las señoritas.
Por cierto que hay,
mil discusiones,
por si han de llevar naguas
o pantalones.
¡AY, CHOLITA!
(CORRIDO)
¿No recuerdas, jovencita encantadora
que en un tiempo nos quisimos,
nos amamos?
¡Ay! con tu gracia tan divina
y seductora
le diste campo a ese hombre
que te adora.
¡Ojalá si lo hubiese maliciado!
pero sin embargo todo
se lo dejo al tiempo…
ahí cuando esté tu corazón
apasionado, ahí verás
los sinsabores que yo siento.
¡Ay, Cholita! Desprecios tú me haces
porque te amo con mucha lealtad,
como nunca sales a la calle
de que sales ¡qué gusto me da!
Mis faltas perdonarán
si estuviere mal trovado:
no soy cantor, te lo cuento;
soy un poco aficionado.
ROSITA.
Ya no veo las horas
de estar en tu presencia,
ya no veo las horas
de darte una mirada.
Y una mirada tierna
nacida del corazón;
¿por qué cuando te veo,
tú me miras con desprecio?
Porque tal vez tú de mí
no querrás mis relaciones;
pero yo siempre
te daré mi corazón,
no te muestres orgullosa;
Rosita, dame tu amor.
MUJER INGRATA, ¡TE ADORO!
(CORRIDO.)
Ya se fue y me abandonó
la mujer que yo adoraba…
¡válgame el cielo! ¿qué haré?
ya de mí se separó
porque conforme no estaba.
¡Ay, mujer ingrata!
vil traicionera,
si no te llego a encontrar,
valía más que te murieras,
para no verte jamás.
Sepultado quedaré
en el panteón del olvido,
y por siempre quedaré…
¡ay de mí!... creía…
¿a dónde la encontraré?
Yo como tu fiel amante
¡ay! siempre te adoraba,
te adoro y te adoré.
Doblen las tristes campanas
que para mí se acabó
todo el placer
y mi encanto…
doblen las tristes campanas.
DE
Antonio Vanegas Arroyo,
Calle Avenida de la Penitenciaría
Núm. 310.— México
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